Día internacional de la Mujer

Carmen Pinto Luna, Directora CEDOC de la Comisión Chilena de Derechos Humanos

Orígenes

Sus raíces provienen del movimiento obrero de mediados del siglo XIX, en un contexto de expansión y disturbios en el mundo industrializado, contexto dentro del cual la mujer comenzó a alzar la voz. Por entonces, la vida de la mujer era una continua historia de limitaciones, sin derecho a sufragio, poca formación escolar, esperanza de vida menor que el hombre por condiciones de salud deficientes durante los partos, etc.

Muchos historiadores coinciden en destacar como antesala directa del Día Internacional de la Mujer, la marcha que se vivió en Nueva York en 1908, cuando unas 15.000 mujeres se manifestaron para pedir disminución de horas de trabajo, mejores salarios y derecho a voto. En efecto, al año siguiente de ello, el Partido Socialista de América declara el Día Nacional de la Mujer, que se celebra por primera vez en EE.UU, el 28 de febrero.

En medio de ese clima de turbulencias, irrumpe en escena una mujer que pasaría a la historia como la impulsora del día internacional de la mujer: la alemana Clara Zetkin, quién sugirió la idea de conmemorar un día de la mujer a nivel global en 1910 en la Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora en Copenhague (Dinamarca). Su propuesta fue escuchada por un centenar de delegadas procedentes de 17 países y aprobada de forma unánime, aunque sin acordar una fecha concreta.

El 19 de marzo de 1911, se celebra el primer Día Internacional de la Mujer, reuniendo a más de un millón de personas en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. En ese contexto, se exige además el derecho de voto, a ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo de la mujer, la formación profesional y la no discriminación laboral.

¿Por qué se eligió el 8 de marzo?

Existen diferentes versiones. No obstante, la ONU destaca como punto de partida la importancia de los acontecimientos que se vivieron en Rusia, en medio de las protestas contra la Gran Guerra. En efecto, en el marco de los movimientos en pro de la paz que surgieron en vísperas de la Primera Guerra Mundial, las mujeres rusas celebraron su primer Día Internacional de la Mujer el último domingo de febrero de 1913. En el resto de Europa, las mujeres celebraron mítines en torno al 8 de marzo del año siguiente para protestar por la guerra o para solidarizarse con las demás mujeres. En 1917, y como reacción a los millones de soldados rusos muertos, las mujeres de ese país vuelven a salir a las calles el último domingo de febrero, bajo el lema «pan y paz».

Sigue a esta protesta una gran huelga que duraría varios días y que finalmente acaba forzando la salida del zar. Los trabajadores de la metalúrgica se unieron a la protesta de las mujeres, pese a que los Bolcheviques veían la movilización de las mujeres como precipitada. El 25 de febrero, dos días después de que comenzara la insurrección de las mujeres en el Día Internacional de la Mujer, el zar ordenó disparar si fuera necesario para acabar con la revolución de las mujeres (1). La medida del Zar fracasó y en su lugar comenzó «la revolución de febrero», que acabó con la abdicación del zar Nicolás II ese mes de marzo.

El éxito de las mujeres rusas se consagró poco después: el gobierno provisional que se formó tras la retirada del Zar, les reconoció el derecho a voto. La fecha en la que comenzó esa huelga de las mujeres rusas en el calendario juliano, entonces el de referencia en Rusia, fue el domingo 23 de febrero, lo que en el calendario gregoriano corresponde al 8 de marzo, y é,sa es la fecha en que se celebra ahora.

En 1945, se forman las Naciones Unidas para fomentar la cooperación internacional tras la devastación de la II Guerra Mundial y la Carta de este organismo multilateral se convierte en el primer acuerdo internacional que consagra la igualdad de género. Tres décadas después, en 1975, la ONU establece y celebra por primera vez el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer.

Ecos en Chile

En los años 20 y 30 nos llegan principalmente a los sectores mineros, los ecos de la revolución rusa. Los más desposeídos se agitan, se organizan, se rebelan. La burguesía, temerosa, hace concesiones, por ejemplo los domingos libre de laborar, aunque sin pago de por medio, (no existía aún el concepto de descanso remunerado como un derecho al ocio y la recreación) también el derecho a huelga bajo ciertas condiciones y llenando una serie de formalidades.

De este modo se aplaca en parte la agitación con un bajo costo, salvaguardando momentáneamente los intereses patronales y sus privilegios. La agitación seguirá de todos modos puesto que los industriales ignoran o se burlan de las nuevas disposiciones legales. No obstante, el ejemplo de la toma del poder por el pueblo ruso, la lectura clandestina de Marx, agregado a las condiciones atroces de explotación, engendran una fuerte organización obrera a la cual las mujeres de mineros participan activamente.

Fuera de los campamentos mineros, en los barrios marginales o en el campo, la mujer permanece aislada en su hogar, lejos de todo grupo obrero. Su trabajo remunerado se confina a lo estrictamente doméstico. La mujer no ha tomado aún conciencia de sus intereses de clase, ni siquiera existe una duda sobre la validez del mito impuesto por la burguesía en el sentido de que la mujer está hecha para parir hijos, que se debe por entero a la familia, y en consecuencia tanto la política como los partidos no son para nada su asunto.

Hacia finales de los 30 y 40, la industria adquiere un cierto desarrollo, principalmente la industria textil y conservera; un 10% de la población femenina activa constituye la reserva de mano de obra barata, empleada principalmente en las fábricas.

Cabe destacar de la mujer chilena, que fue fruto de un movimiento organizado que consiguió el derecho a voto, a diferencia de la mayor parte de los países latinoamericanos que lo recibieron «a modo de regalo» de los líderes políticos.

Empero, esta significativa conquista no fue suficiente, puesto que la mujer seguía sometida a una infinidad de presiones de distinto origen. Sus deseos y aspiraciones legítimas chocaban con la realidad y el peso de la tradición; su mundo inmediato continuó viéndose a través del prisma hogareño, su aún tímida incursión en lo público no hizo sino acentuar sus culpas y su insatisfacción por «no atender debidamente a sus hijos» y «descuidar las necesidades del hogar», cuando cada día debía salir a enfrentar la vida. Madre, esposa, ama de casa y trabajadora se encontraron en conflicto permanente, sin solución en una sociedad que les había asignado el mantenimiento afectivo y físico de la familia patriarcal.

La historia patria hace poca mención al hecho de que en los años 50 las mujeres chilenas ocuparon ministerios, en la cámara de diputados y el senado, participaron en las campañas electorales, en la Central Única de Trabajadores (CUT) y en las distintas organizaciones que manifestaron su rechazo al orden establecido a través de su práctica cotidiana. En los años 60, hubo una gran liberación en el arte, la música y en la forma de vestir; llegaron a Chile la minifalda, los pantalones para mujer y la música de los Beatles. Las mujeres se integraron activamente a la organización social, sindical y al campo laboral. Los medios de comunicación por su parte y como siempre fieles al poder de turno, utilizaron la televisión (inaugurada en Chile en 1962) y otros medios de comunicación, para reforzar a través de la propaganda y programas, los papeles asignados tradicionalmente a la mujer: esposa, madre, dueña de casa y objeto sexual.

 

Gobierno Popular

En 1970, la esperanza levanta las masas. Muchas mujeres decepcionadas por las altas expectativas creadas en la campaña presidencial de Frei Montalva, y promesas incumplidas, ponen sus esperanzas y sueños de progreso en el gobierno de Allende, cuyo programa asegura salarios iguales a puestos equivalentes, la construcción rápida de salas cunas, y guarderías, la gratuidad de servicios médicos, las asignaciones familiares para todos y aumentados en un 100%, la instalación de salas cunas en los lugares de trabajo, entre otros.

Por entonces, las mujeres chilenas habían alcanzado el 46 % de la población universitaria en la Universidad de Chile, uno de los porcentajes más altos del mundo. En 1972, se creó una organización llamada Frente Patriótico de Mujeres, principalmente compuesta por mujeres de la Unidad Popular e independientes que apoyaban al gobierno que surgió como respuesta al paro del gremio de transportistas en el mes de octubre de ese año, enmarcado en el plan de desestabilización que desarrolló la Derecha para derrocar al gobierno constitucional de Salvador Allende. Miles de ellas realizaron durante los días de octubre tareas de carga y descarga, reparto de mercaderías, etc., con el fin de evitar la paralización de las principales actividades del país.

Pero su objetivo fue también defender al gobierno, movilizando a las mujeres, fundamentalmente en torno a las jornadas de trabajo voluntario en el campo, tras el lema: «La mujer siembra una Patria nueva». Notable fue también la comisión de salud, entre cuyas labores estaban la formación de equipos de emergencia, confección de sábanas para hospitales, recolección de envases de penicilina para el Instituto bactereológico, recolección de medicamentos, realización de turnos diurnos y nocturnos en la maternidad de algunos hospitales, etc.
El Frente Patriótico de Mujeres participó, también, en actividades conjuntas con otras instituciones y organismos vinculados al gobierno. Así, en Lota -ciudad minera- se organizó la primera escuela popular de las mujeres; en la cual se incluyeron cursos prácticos y teóricos como puericultura, primeros auxilios, psicología, alimentación, dinámica de grupos, educación cívica, gimnasia y deportes. Dicha escuela fue organizada por el Consejo de Difusión de la Universidad de Concepción y contó con el apoyo del Frente Patriótico de Mujeres, la CUT, COCEMA, la Secretaría de la Mujer y la Municipalidad de Lota.

Esta vez, las promesas se cumplen. En los tres años de gobierno popular, la mujer y el niño son objeto de preocupaciones prioritarias en materia de salud y educación. Un gran número de mujeres que hasta ahora no había participado en movimiento reivindicativo alguno se integra a la lucha por la liberación nacional y la recuperación de riquezas naturales. Hablamos de la mujer trabajadora, aquella que ha adquirido conciencia de que su emancipación implica la independencia económica de su país y la liberación de su clase. La burguesía, por su parte, sabe que necesita provocar (efectivamente lo hace) una crisis la cual culminó con la muerte del Chile Popular.

Desde el exterior, los Estados Unidos bloquean los créditos y desde el interior, la burguesía pone a su favor todos los medios ofrecidos por la democracia liberal. Los terratenientes no siembran y por tanto, no cosechan, muchos llevan su ganado hacia Argentina. Los comerciantes acaparan los alimentos no perecibles y la burguesía hace lo mismo, los graneros y bodegas están repletas de víveres, de este modo, a los problemas de mercado negro se agregan aquellos de una producción no dirigida, el bloqueo de créditos y la ausencia de un control cambiario.

La derecha, financiada por la CIA, logra acrecentar sus medios de comunicación con el fin de utilizar la libertad de expresión garantizada por la democracia liberal. Las radios de oposición se dedican con vehemencia a desarrollar corrientes de opinión tales como la incapacidad del gobierno para resolver los problemas de falta de alimentos, pronostican el caos y la hambruna.

Esta práctica tiene su clímax durante la visita de Fidel Castro. Frases tales como “el tirano del caribe viene a quitarle el pan de la boca a sus niños” se propagan y van destinadas a la mujer despolitizada y principalmente a aquella confinada a las tareas domésticas. Los productos de primera necesidad escasean cuando no han desaparecido totalmente de los escaparates y vitrinas. Se hace necesario hacer largas colas y durante horas para conseguir jabón, aceite, café, fósforos, harina, esta última esencial para la fabricación de pan, elemento infaltable en la mesa de los chilenos. A falta de información para distinguir lo que es verdad y lo que es falso proveniente de programas radiales sobre las penurias de las dueñas de casa, es lo que se difunde por este medio lo que queda como real.

En enero de 1973, los dirigentes de la alta burguesía comienzan a utilizar a la mujer en la contra revolución activa. La ideología dominante había instituido el concepto de un cierto feminismo, lo cual es utilizado haciendo algunos toques a la imagen estereotipada por la burguesía la cual no entiende que se les cambie el orden social. Para la derecha había que convertir a la mujer en la “loba” para salvaguardar el interés de su hogar y familia, atacada por el marxismo, logrando que estas mujeres salgan a la calle y manifiesten su descontento.

El 11 de septiembre de 1973, la vía chilena hacia el socialismo desembocó en una de las dictaduras militares más sanguinarias que se haya conocido de la historia latinoamericana. La burguesía y las mujeres utilizadas por ella han hecho su gran aporte al fracaso de un gobierno popular que no pudo evitar el peligro de la contrarrevolución.

 

Dictadura Militar

No es de extrañar entonces que el protagonismo de la mujer organizada durante el gobierno de la Unidad Popular, tuviera consecuencias en el período oscuro de la dictadura y terrorismo de Estado, miles de mujeres fueron víctimas, presas políticas, torturadas, exiliadas, detenidas desaparecidas. Sin embargo, pese a la persecución y a las violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos, las agrupaciones de mujeres y familiares de víctimas dieron una lucha incesante en busca de la verdad.

La violencia contra las mujeres en Dictadura fue parte de una práctica sistemática de los organismos represivos como la DINA y la CNI. Hubo lugares y tipos de torturas específicas contra las mujeres. La violencia sexual fue una de ellas y probablemente la más invisibilizada. Los testimonios que han registrado las Comisiones Valech I y II, así como investigaciones de organizaciones especializadas en la Memoria de la historia reciente, han dado cuenta de la brutal violencia sexual como tortura.

A nivel nacional, la Agrupación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, marcaron un sello en la defensa de los derechos humanos. Ambas, conformadas mayoritariamente por mujeres y lideradas por ellas. No sólo se organizaron en la Capital, en la mayoría de las regiones existieron también agrupaciones que, hasta el día de hoy, intentan dar un vuelco al olvido, al negacionismo, la banalización del mal, para lograr que la justicia avance, muy significativo también es el rol de la mujer en los Sitios de Memoria que se han logrado rescatar. En otro plano de la resistencia, las ollas comunes en poblaciones y la creación de arpilleras al alero del Comité Pro Paz y luego, de la Vicaría de la Solidaridad, son parte de las que las mujeres impulsaron como formas de contribuir a la organización del colectivo.

En 1978 se realiza la primera conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en el teatro Caupolicán bajo la consigna “Aquí estamos Pinochet”. Fueron las mujeres de la Coordinadora Nacional Sindical quienes enfrentaron públicamente a la dictadura organizando el primer gran acto bajo el régimen dictatorial, donde se bailó por primera vez la cueca sola en forma pública, la que se transformaría en todo un símbolo de la resistencia, en la lucha por la verdad y la justicia y, en la búsqueda de los familiares detenidos desaparecidos. Un papelito inserto en claveles que se entregaban a las mujeres para convocar al acto de conmemoración, fue una de las pocas formas de convocatoria callejera. Aún no habían sido descubiertos los Hornos de Lonquén (ocurriría siete meses después), y los detenidos desaparecidos eran un horror que se transmitía con mayor frecuencia, mientras que la DINA había sido recién reemplazada por la CNI. Ese mismo año, se constituiria también nuestra Comisión Chilena de Derechos Humanos.

Recordemos que en 1975 la Junta Militar reemplazó el Código del Trabajo, primer paso para el “Plan Laboral” de José Piñera, barriendo así con décadas de avances de las y los trabajadores, limitando la negociación colectiva y cambiando la lógica del régimen sindical. En esta nueva legislación, las mujeres perdieron, entre otros, el fuero maternal en contratos a honorarios o a plazo, pero pese a todo, nuestras compañeras pensaban y soñaban en grande, luchaban con muy pocos recursos y mucho miedo. En 1976, las empleadas de casa particular habían realizado ya la primera actividad del 8 de marzo ; luego, en 1977 las organizaciones de mujeres pensionadas realizaron otro acto similar. Pero en 1978, la historia fue distinta: decenas de organizaciones se anticiparon y convocaron en forma unitaria.

Mujeres por la vida fue otra articulación ciudadana contra la Dictadura, nace a principios de los años 80, ocupando el espacio público con intervenciones urbanas para denunciar lo que estaba pasando en Chile. Desde las artes y la literatura, destacaron mujeres que pese a la censura generaron instancias creativas para decir “Nunca Más”. Hubo periodistas y abogadas excepcionales que hicieron lo suyo en sus respectivos roles de denuncia y defensa de la justicia tanto en Chile como desde el exilio en la diáspora repartida por todos los continentes.


Comisión Chilena de Derechos Humanos

La constitución de la CCHDH en el año 1978, expresa su compromiso con la universalidad de la defensa por los derechos Humanos. Entre sus firmantes, una mujer amante de la poesía y defensora de perseguidos en ese tiempo de oscuridad y terror, fue Mila Oyarzún, Directora del Círculo de Escritores de Chile, la que junto a otras personas rompe el cerco del miedo y se integra a este proyecto cargado de compromiso y fidelidad por la vida de las personas.

La urgencia por defender a los perseguidos por la Dictadura Militar, se complementa con procesos formativos en Derechos Humanos y problemáticas específicas que requerían un espacio desde el ejercicio democrático ausente y negado por las autoridades adeptas a los bandos, y en permanente estado de sitio.

Se formaron diversos departamentos, que con mucho esfuerzo y anhelo se conectaban con las poblaciones que sostenidamente eran reprimidas y a quienes el modelo económico impuesto más les afectó. En esos espacios, el tema de la mujer adquiere la importancia necesaria atendiendo a esas necesidades que eran observadas, y que permitieron un trabajo activo en las dinámicas de las mujeres y sus perspectivas desde las sencillas y valientes pobladoras, las trabajadoras y estudiantes con aquellas mujeres que formaron primero la Comisión de Defensa de los Derechos de la Mujer, durante su funcionamiento en calle Alameda (Del Libertador Bernardo O`Higgins) en el número 1584, y luego, el Departamento de la Mujer de la CCHDH.

Las temáticas tratadas eran los derechos fundamentales, desde la cotidianidad de la vivienda y las problemáticas de los allegados, la necesidad de una vivienda digna, la salud de la familia, cómo se economizaba o cómo se creaban orgánicas populares que sorteaban el hambre y el frio, el tema del trabajo en el hogar y el valor que contiene, hasta las organizaciones de mujeres que luchaban por un cambio y el término de la dictadura.

Las Agrupaciones acogidas en los patios de la casa de calle Huérfanos, eran muy activas en las acciones de denuncia y la exigencia de justicia ; en los patios se fabricaban las pancartas, los ataúdes negros, las siluetas o esculturas para intervenciones, allí todos y todas colaboraban y participaban, entre ellas Berta Ugarte, Rosita Silva, Rosita Rubilar, Betsie Moncada, siempre en las calles, sin dar tregua a los atropellos y sus perpetradores.

Este año 2024, en una nueva conmemoración del Día Internacional de las Mujeres, nuestro compromiso se mantiene inclaudicable por las libertades y garantías de todas, sosteniendo la vigencia de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing que confirma la protección y promoción de los derechos humanos como la primera responsabilidad de los gobiernos y está en el centro del trabajo de las Naciones Unidas, luego de más de dos décadas de su conformación, la Plataforma de Acción apoya la consecución de la igualdad de género en el marco de derechos humanos y formula una declaración explícita sobre la responsabilidad de los Estados de cumplir los compromisos asumidos, sin distinciones de credo, de ideales políticos, de nacionalidades ni de clases.

Como institución, estamos convencidos que la igualdad de género y la verdadera emancipación de la mujer se alcanzará más prontamente si logramos incorporar las legítimas luchas al objetivo estratégico de construir una sociedad democrática fundada en el respeto y garantía de los Derechos Humanos.

(1) Temma Kaplan, en»On the Socialist Origins of International Women’s Day»(«Sobre los orígenes socialistas del Día Internacional de la Mujer»).

Por: Carmen Pinto Luna, Directora CEDOC de la Comisión Chilena de Derechos Humanos. En versión pdf, disponible para su descarga acá.