Gabriela Mistral, ya no enseñamos siempre, ni en el patio y ni en la calle como en la sala de clase. No enseñamos con la actitud, el gesto ni la palabra.
7 de abril día Nacional de la Educación Rural
Gabriela Mistral, poeta, educadora y diplomática, trascendió las fronteras de su tiempo no solo por su obra literaria, sino por su compromiso con la educación rural, los derechos de las mujeres, la infancia y los pueblos originarios. Sin embargo, en Chile, su figura sigue siendo reducida con frecuencia al estereotipo de la «maestra rural», una etiqueta que, lejos de honrarla, minimiza la profundidad de su pensamiento y su legado transformador.
Mistral: más que una profesora
Autodidacta, proveniente de los valles del Elqui, Mistral entendió la educación como un acto político y humano. Su «ruralismo» no era nostalgia, sino una convicción: la vida campesina —con su conexión a la tierra, su oralidad y su comunidad— era un espacio de sabiduría y resistencia. En sus recados, cartas y ensayos, defendió una pedagogía viva, arraigada en el territorio, donde el aula no tenía muros y el aprendizaje se mezclaba con el trabajo de la tierra y la justicia social.
Hoy, cuando el Plan de Fortalecimiento de la Educación Rural lleva su nombre, cabe preguntarse: ¿qué diría ella de las escuelas multigrado con recursos insuficientes, de la brecha digital en los campos o de la migración forzada de jóvenes hacia ciudades que los marginalizan? Mistral no hablaba de «integración» sino de dignidad: exigía escuelas con bibliotecas, maestros bien formados y respeto por las culturas locales.
El desafío pendiente
Aunque el Estado chileno conmemora cada 7 de abril, los homenajes siguen siendo cortos frente a la urgencia de su mensaje. En México, cientos de escuelas llevan su nombre; en Chile, apenas un puñado. Mientras, las cifras revelan que el 12% del profesorado nacional trabaja en zonas rurales, muchas veces en condiciones precarias. Mistral lo advirtió: «Las verdades pedagógicas deben ser agitadas como banderas», pero hoy su legado duerme en discursos oficiales que no se traducen en cambios estructurales.
Agitar sus palabras
En un país que aún mira con desdén lo rural, releer a Mistral es un acto necesario. Sus textos son herramientas para cuestionar un sistema educativo que segrega y olvida. Como ella escribió: «Verdades aletargadas son verdades muertas». Por eso, hoy y siempre, hay que desempolvar sus recados, sus poemas y sus denuncias, no como reliquias, sino como llamados a actuar.
Feliz cumpleaños, Gabriela. Que tu grito resuene más allá del papel.